El ocaso de los años En el esplendor de la vida, Siento el atardecer de mí ser. El otoño de mis años, Cada amanecer, es un regalo del tiempo, Jornadas, en capullo que alegran Y llenan a plenitud las andanzas de mí tarde. Adoro el sol del ocaso, mi compañero... el que adorna mis tardes y mis senderos, Me abraza, me arrulla y me llena de candor, el crepúsculo me baña con su luz impregnándome de gracia, de su belleza, de su armonía de colores desfragmentados que me acarician y que deleitan mis ojos al contemplarlo. Y... soy UNA con todo, quiero abrazar la eternidad y ser matiz de su color, que se expande en la tarde. Acariciarme con las mínimas gotas de rocío, que impregnan mi alma de luz y brillo. Me encuentro con la alegría de ser y estar en los espacios infinitos del todo y la nada… Solo siendo uno con todo se siente a la inmensa felicidad de expandirse a todo el universo. Maribel Solbey